'Factoring', herramienta poco usada por los pequeños empresarios
La falta de recursos para comprar materias primas, pagar la nómina y a proveedores o para realizar una pequeña inversión que mejore el negocio es, sin dudas, uno de los problemas más frecuentes que deben enfrentar los micro, pequeños y medianos empresarios colombianos, los cuales, muchas veces, tienen limitado acceso a los recursos de la banca.
Solo el año pasado se dio la cancelación de la matrícula mercantil de 98.205 unidades productivas, entre sociedades y registros de personas naturales, 10,4 por ciento más que lo reportado en el 2013, mientras que en los dos primeros meses del presente año esa cifra ya va en 20.161 cancelaciones, según cifras de la red de Cámaras de Comercio del país, Confecámaras.
Los problemas de dinero y el débil manejo de la cartera son apenas dos de las principales razones que impiden la continuidad de estos negocios.
Para las mipymes, muchas de las cuales son proveedoras de la gran industria y el comercio, los plazos que manejan de 60, 90, 120 días y más para el pago de facturas, se han convertido en un verdadero dolor de cabeza, pues, la mayoría de las veces, esos recursos son indispensables para mantener en funcionamiento sus unidades de negocio.
Lo que desconocen algunos de esos pequeños empresarios es que en Colombia existe un mercado legal al que pueden acudir para obtener recursos para sus negocios, sobre la base de las facturas que les pagarán las grandes empresas y comercios después de unos meses.
Se trata del ‘factoring’, que el año pasado movió solo por concepto de compra y venta de facturas comerciales 8 billones de pesos, una cifra cercana al saldo de la cartera del microcrédito bancario, que llegó a 9,1 billones de pesos al cierre del 2014, según la Superintendencia Financiera.
Además, ese monto es apenas el 14 por ciento de los recursos totales que mueve esta herramienta, pues el año pasado los negocios en conjunto del ‘factoring’ sumaron 55 billones de pesos o el 7 por ciento del producto interno bruto (PIB), según cifras de Asofactoring, gremio que representa a buena parte de las firmas que desarrollan este negocio en el país.
Eduardo Rincón Herrera, su presidente, dice que los 8 billones de pesos los mueven apenas unas 40.000 pequeñas empresas, pero el universo de las que podrían beneficiarse de la herramienta supera hoy las 600.000 mipymes en Colombia.
Esto significa que solo el 6,7 por ciento de ese universo utiliza esta alternativa de financiación para mantener la dinámica de sus negocios.
Para unos, el problema radica en el bajo conocimiento que existe de esta herramienta, las tasas de descuentos que las firmas de ‘factoring’ aplican a los empresarios que acuden a este, el cúmulo de requisitos que se les exige y la alta informalidad empresarial que persiste en este renglón de la economía.
Cómo acceder a los recursos
Aunque quienes ofrecen el ‘factoring’ (solo en Bogotá hay unas 45 firmas solventes) coinciden en que la informalidad de los pequeños empresarios es un factor negativo, la expedición de la Ley 1231 de 2008 ha ayudado a corregir ciertos desequilibrios de este mercado e impulsar la promoción y el desarrollo de la herramienta.
“Nosotros debemos asegurarnos de que quien llega buscando recursos sea una empresa que esté en regla y en capacidad de responder en caso de alguna contingencia. Lo mismo que debemos cuidar que los títulos sobre los cuales requiere liquidez provengan de un emisor serio y solvente”, dice Rincón Herrera.
Por eso, es indispensable que el empresario tenga vigente su Registro Único Tributario (RUT), pues este permite la consulta, previa autorización del interesado, en las centrales de riesgo del país de donde se obtiene el historial crediticio y se conoce si la compañía ha tenido o tiene pendientes compromisos con cualquier autoridad de vigilancia y control.
También se exigen balances al día, así como referencias comerciales y bancarias. En algunos casos es necesaria la constitución de un seguro de crédito, cuando la solvencia de la empresa no es tan elevada para respaldar la transacción.
Y, ¿los costos de la operación? Dependen de la tasa de interés bancaria mensual vigente y el tiempo de pago de la factura.
Por ejemplo, si el interés es del uno por ciento y la factura es a 90 días, se toma dicha tasa y se multiplica por 3, que es el plazo en el que se cancela la factura. A ese costo se le agrega una prima de administración del 2 por ciento sobre el costo de toda la operación. Si se requiere del seguro de crédito, este tiene un valor adicional que va entre el 0,4 y el 0,6 por ciento del valor de la factura, dependiendo del riesgo, explica Rincón Herrera.
Proyectos de asociatividad
Los banqueros creen que el ‘factoring’ es un potencializador de la actividad empresarial y genera eficiencias financieras, razón por la cual se deben crear condiciones financieras y de mercado que permitan su mayor desarrollo en el país.
“Se requiere con urgencia la reglamentación de la factura electrónica con carácter de título valor, que permita su circulación efectiva, todo esto acompañado por esfuerzos colectivos para promover la figura a través de programas de educación financiera, que involucren tanto a las grandes, como a las micro, pequeñas y medianas empresas, para que incorporen al ‘factoring’ como uno de sus principales mecanismos financieros”, considera la Asobancaria.
Con ello, agrega, se podrá lograr su masificación, que por ser una operación fácil, oportuna y segura para el empresariado en general, impulsará el crecimiento de las compañías y contribuirá a la generación de empleo en el país.
Pero Rincón Herrera agrega que también es fundamental, para el desarrollo de la figura y de las propias mipymes, que se creen cadenas de productividad y se adopten modelos de asociatividad para atender en bloque a los empresarios tal como se maneja eh Chile, donde este esquema ha demostrado ser muy eficiente y efectivo.
“Con Acopi hemos intentado acercamientos en ese sentido, pero a la fecha no se ha logrado mayores avances”, dice el vocero gremial.
En la banca también creen que, aunque siempre se ha asociado el ‘factoring’ con un tema de liquidez, sus beneficios van más allá de la simple obtención de dinero inmediato, por cuanto se convierte en una alternativa que otorga ventajas adicionales como la inclusión financiera, el ingreso al mercado internacional y la asesoría y manejo de la cartera.