Clústeres y apuestas productivas
En el último par de años, el país viene haciendo los que quizá son los esfuerzos más importantes que ha realizado en su historia para desarrollar clústeres y apuestas productivas desde el nivel local. A pesar de esto, y juzgando por lo que se oye en foros, conversaciones con el sector privado y discusiones con el mismo Gobierno –que promueve políticas al respecto–, sigue existiendo gran confusión sobre lo que es este tipo de esfuerzos.
La palabra clúster se ha manoseado tanto y se utiliza de forma tan ambivalente, que ha generado confusión, además de deslegitimización del concepto mismo. En particular, el término clúster se utiliza para denotar tres cosas que, si bien pueden estar relacionadas, son muy diferentes. En primer lugar, se usa para denotar el fenómeno de aglomeración económica, identificado por el economista Alfred Marshall a finales de siglo XIX –como se ve, un concepto nada nuevo–, en el que industrias relacionadas y de apoyo, además de una serie de actores de soporte, tienden a manifestarse en un mismo contexto geográfico. Dicho de otra manera, a lo largo de la historia la actividad económica ha tendido a aglomerarse, pudiéndose así aprovechar una serie de externalidades asociadas a la cercanía geográfica. Por tanto, tienen razón los que aseguran que muchos clústeres se generan de forma ‘silvestre’. Precisamente, muchas de estas aglomeraciones en Colombia fueron identificadas en un mapeo que realizó el Consejo Privado de Competitividad hace cuatro años.
Una segunda acepción de la palabra hace alusión a los esfuerzos deliberados –usualmente de forma conjunta por parte de actores públicos y privados– para catalizar el desarrollo de los clústeres mismos y de las firmas que los constituyen. Para tratar de evitar confusiones –lo cual, al parecer, no se ha logrado–, a estos esfuerzos se les conoce también como iniciativas clúster. En general, a partir de una revisión del actual posicionamiento estratégico del clúster y de la redefinición de adónde se quiere conducir este, las iniciativas buscan identificar y abordar los cuellos de botella –e.g. en materia de capital humano, agenda de ciencia, tecnología e innovación, agendas sanitarias, infraestructura específica, etc.– que limitan la productividad de estos clústeres y les impiden migrar hacia nichos de mercado más interesantes.
Una tercera connotación del concepto hace referencia a la institucionalidad del nivel local que se establece para articular los actores y esfuerzos para mejorar la productividad de los clústers, en general, a través de iniciativas clúster. Una institucionalidad sólida para el gerenciamiento del trabajo público-privado sobre clústers la tiene, por ejemplo, Medellín, donde a través de un programa entre la Cámara de Comercio y la Alcaldía han establecido una serie de gerentes y consejos directivos para coordinar las agendas sobre seis clústeres a los que les está apostando la ciudad.
Ahora bien, es con relación a la segunda definición que Colombia ha pisado el pie en el acelerador, a través de una serie de esfuerzos que vale la pena destacar. Por un lado, a través del programa Rutas Competitivas de Innpulsa (Bancoldex) se pretende desarrollar 36 iniciativas clúster en 18 departamentos del país, con el concurso de las respectivas cámaras de comercio. Más que apuntarles a sectores específicos, este programa busca desarrollar capacidades que hoy no existen en actores locales –en cuanto al uso de metodologías, herramientas y políticas– para que este ejercicio se pueda replicar en más sectores y departamentos.
Por otro, en ciudades como Medellín, Barranquilla y Bogotá, las cámaras de comercio por su propia cuenta vienen desarrollando trabajo sobre sus clústeres y apuestas productivas. Por su parte, las Comisiones Regionales de Competitividad parecerían finalmente estar queriendo adoptar este tipo de trabajo como eje central de sus agendas de competitividad local.
Precisamente, el profesor Christian Ketels de la Universidad de Harvard recomendaba hace unas semanas en Bogotá que Colombia debería utilizar el desarrollo de clústeres desde el nivel local como punta de lanza de su política industrial moderna. Lo cierto es que si se quiere llevar a buen puerto estos esfuerzos que, en últimas, apuntan a catalizar desde el nivel local el proceso de transformación productiva que tanto necesita el país, será clave tener absoluta claridad sobre lo que se está hablando cuando se refiere a clústeres, sobre cómo organizar de manera más efectiva dinámicas de trabajo en torno a ellos, y sobre cómo el sector privado puede propiciar estas dinámicas, participar y beneficiarse de ellas. Con este propósito, el Consejo Privado de Competitividad, bajo un convenio con Innpulsa, próximamente estará lanzando la Red Clúster Colombia.
Marco A. Llinás Vargas
Vicepresidente del Consejo Privado de Competitividad